Dusseldorf así a
secas, no llama mucho la atención al turismo. Tampoco hace falta que la llame
tanto como Roma, donde en ningún día del año, ni de noche ni de día, se puede hacer usted una foto a solas en la “Fontana di Trevi” (a no ser que ruede una
película) y vaya cuando vaya, coinciden canonizaciones, congresos, ferias de
moda en sotanas y trajes de monja, etc. Siempre hay algún acontecimiento.
A los alemanes, como
a otros tantos europeos, les gusta mucho nuestro país y eso es una ventaja para
nosotros, porque así, las líneas aéreas
alemanas nos facilitan a su vez, un sinfín de destinos directos para visitar allí.
En fin de semana hay gente a la que le agobia hacer la maleta y no sabe qué llevarse para no salir en las fotos con la misma ropa (que las conozco) así que es impensable decirles que se vengan de viernes a domingo a cualquier lugar de Europa: “Es que no se puede ver nada y te pasas el tiempo en el trayecto”-te dicen-.
Después de eliminar al personal que se agobia, tenemos la modalidad “No sé, ya veremos”. Ya veremos, pero si te lo estoy diciendo con dos meses de antelación, ¿Qué tienes que hacer ese fin de semana dentro de dos meses? “No sé, igual me sale algo” ¿Tienes boda? “No, pero no sé, dímelo más adelante” Más adelante no, porque mañana voy a reservar con tiempo para encontrar buen horario y buen precio. “Bueno, (Aquí viene la expresión que quiere decir NO) ya si eso, te digo algo” Vaya tranquilamente a la agencia a ver vuelos y hotel, porque no se van a ir con usted.
La maleta para un fin de semana, no tendría que pasar del tamaño de la funda de un ordenador portátil, no hay que llenarla de todo por si las moscas, porque son precisamente las moscas de los controles de embarque las que le van a incordiar todo lo que puedan. Cada vez se ponen peor, pero depende del sitio y del día que tengan. Cuando digo
sitio, me refiero sólo a Barajas. Hay más lío y más mala leche allí que en
cualquier otro aeropuerto de Europa.
A lo que íbamos, e
íbamos a Dusseldorf…
Hay casi trescientos
bares y restaurantes, por eso se llama “la barra más larga del mundo” y muchos
de ellos suelen tener mesas altas en la calle. Bastante altas, a mí se me
quedan a la altura del mentón, pero claro, huelga decir que están perfectas
para ellos. No hay taburetes… ¿Motivo? Posiblemente sean dos: uno, que de pié
controlan mejor la cantidad a tomar
y en cuanto se tambalean, paran. (sentados no sería lo mismo) dos, que se
cansen antes y se vayan dando paso a más clientela.
Observen esta torre.
No se puede catalogar de "estilo salomónico" completo precisamente. Al principio
va bien, pero podemos imaginar que pararon para almorzar y cuando reanudaron el trabajo en el
andamio, hicieron notar la firma de la cerveza alemana (la autóctona de
Dusseldorf se llama “Altbier”).
A lo largo y ancho de
Dusseldorf puede encontrarse esculturas
de todo tipo. Ésta tiene un aire moderno a la par que "semanasantero" (¿La Virgen y el niño?...)
Ésta podríamos
titularla “Opulencia y pobreza”, o “mira lo que pasa por cervecear” o
“chulería” a secas, puede que el artista quisiera hacerlos a los dos de la
misma complexión, pero no le quedaba más material y lo disimuló así.
Todo está limpio,
pulcro. (Lo blanco que se ve en el suelo no son chicles, ojo, son pétalos de
las flores de unos árboles que había por allí). La zona del casco antiguo esta
adoquinada. (Como la mayoría de las
ciudades europeas) Adoquines como Dios manda, distribuidos de manera uniforme, con su buen relieve para que
aterrice mejor en caso de taconear.
La Konigsallee, es la calle comercial de Dusseldorf, algunas
joyerías, como la de Cartier, tiene dos personas vigilando el establecimiento.
Una dentro, junto a la puerta y la otra frente a la joyería, con pinganillo,
ambos de traje negro, muy elegantes ellos, que no paran de mirar a todos lados y si piensa quedarse un rato mirando el escaparate, es el
vigilante del interior del establecimiento el que se coloca al otro lado, frente a usted, a ver con qué artículo se le dilata la pupila
más. Da lo mismo; con una mochililla a la espalda, unos vaqueros, una camiseta
de Mazinger-Z y unas zapatillas de deporte no le van a abrir la puerta para que
entre.
mbran a hacer en un país que hay pegado a Portugal.
El camarero se acerca y por muy mal que pida una “pilsen”, se la ponen. Por supuesto, hay infinidad de clases para degustar,
pero como ya han visto la fluidez que tengo con el idioma, ni me preguntan de
qué clase la quiero, que ya me ha costado pedirla. A no ser que la carta de cervezas incluya la
foto de la botella… (y tampoco). Por cierto,
las máquinas de tabaco no tienen mando a distancia. Para desbloquearla Percibe la hospitalidad de la gente (lo de Cartier, es un caso aislado). Son amables, no se necesita esa simpatía cargante. La amabilidad y la educación bastan para hacer agradable la estancia en cualquier sitio.
A la hora de entenderse, no hay problema, ellos hacen todo lo posible, da igual el escaso inglés que una tenga. Por cierto, nos entendemos mejor en sitios de habla no inglesa, ¿Nos da menos vergüenza hablarlo? ¿Nos da miedo que nos critiquen el escaso vocabulario y el acento, o es sólo timidez? Da igual, no le hacen sentir incómodo ni cuando entra a un pub con aspecto de local para reuniones de la mafia. El camarero y los dos clientes con el vaso de tubo agarrado, miran hacia la puerta cuando se abre, por instinto, simplemente. Ven entrar dos bultos (mi amiga y yo) y siguen a lo suyo, no le repasan de arriba abajo, como acostus,
el dueño del bar (o similar) tiene que ir hasta ella y pasar una tarjeta por un
aparatillo para desbloquearla y de paso ve si es usted menor de edad.
He aquí un puesto
ambulante de material quirúrgico. Ya me hubiera gustado inmortalizar el
muestrario más cerca, pero posiblemente le creara una sensación de desagrado al
responsable de la venta y le indujera a dejarme la cara dispuesta para usar de
urgencia algunos de los artilugios en venta.
Otra de las
esculturas que podemos encontrar en Dusseldorf. Puede ser un padre explicando a
su hijo el difícil oficio de la fragua, puede que el mismo padre quiera
soltarle un guantazo por cogerle la espada, puede que la espada sea de madera y
el crío andaba jugando en la calle y el padre le recrimine porque no esté
ayudándole en el taller. El niño no está asustado, está un poco expectante, así
que es posible que el padre le esté contando una historia y punto.
Estos curiosos
edificios no son parte de un decorado futurista; están situados en el barrio
moderno de Dusseldorf. Se pueden ver en un
paseo en barco por el Rin. Son del arquitecto canadiense Frank Gehry.
¿No resulta familiar su estilo? Diseñó el
Guggenheim en Bilbao y también las Bodegas del Marqués de Riscal, que por
cierto, al principio no quería hacerlas,
porque no tenía ganas de viajar tanto para un proyecto tan pequeño. Pero le
sacaron un vino cosechado en el año que nació y después de numerosas degustaciones, aceptó encantado. Qué
cosas.
Una recreación de los
elementos básicos del monte Calvario. Se ve a la legua quién es el preso bueno,
que se arrepiente y cree en las palabras de Jesús y quién es el que pasa de
todo. Por si el espectador tuviera dudas, observen la pose en la cruz de ambos
presos. Hasta el paso del tiempo se ha portado mejor con el bueno, que está más
blanco que nadie.
No hay cosas típicas
que comprar, no hay lugares específicamente recomendados para comer o cenar (siempre le dirán aquello de: “Tiiiia, estuvimos en este sitio y nos encantó, tenéis que ir que es
chulísimo”). Vayan donde les dé la gana, paseen y disfruten del buen humor que tienen en todo momento y entren donde les apetezca, porque en todos sitios les atenderán perfectamente. Una de las
oficinas de turismo está en el casco
antiguo. No hablan castellano, pero el que se acuerde del francés de E.G.B que
lo use, que lo hablan muy bien.
Un último dato. El
aeropuerto de Dusseldorf dispone de servicio de dentista. Está de camino a las
”departures”, por si los turistas alemanes que van a embarcar hacia nuestro
país, tuvieran que reajustarse las dentaduras postizas y prepararlas para el
jamón serrano.
Buen viaje.